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Desequilibrados

María de los Ángeles

Hablaba de lo que sabía e importaba con tal lucidez que hacía sentir demente a cualquiera que reparara en sus palabras.
Mirando su rostro no era difícil saber si estaba o no. Tendida sobre una cama las veitricuatro horas del día, rondaba la ochentena y decía haber nacido en el sesenta y siete... "o sería el ochenta y nueve?" añadía.
Estar. Estar estando. "Canta algo, hija, que es lo mejor que hay"

1 comentario

Piruleta -

El nombre, María de los Ángeles, y tu afición por lo de "allá" me han hecho pensar que se trataba de un fragmento de un corrido o algo así.
Está muy bien escrito.
Sigue...