Eduardo.
Par más par, par. Impar más par, impar. Impar más impar, par. Entonces, el conjunto de las sumas binómicas dará como resultado un conjunto de números de los cuáles un tercio será impar, y los dos tercios restantes serán pares. Claro que el número tanto de sumas como, consecuentemente, de resultados será infinito
entonces
¿será el conjunto de resultados pares, infinitamente dos veces más numeroso que el de los impares?
En éstas estaba mi mente, cuando un guitarrista ayudado por su modesto amplificador, me sacó del ostracismo en el cual me sumía inconscientemente cada vez que vagaba por el mar de multitudes que normalmente se congregaba en calles como en la que me encontraba.
Busqué en mi bolsillo una moneda, me acerqué a la funda abierta para tal fin, y deposité aquel trozo de metal mientras oía un gracias.
Dos pinzas sujetando un cartel: Me llamo Eduardo . Regalo partituras propias Mi atención volvía a ser desviada. Me detuve a leer. Después hallé un banco cercano, saqué el libro que acababa de adquirir (adquisición culpable de mi presencia en aquél multitudinario y por lo tanto exasperante lugar) y me senté a leer acompañada. Haciendo pausas para observar la destreza con la que unas manos claramente expertas acariciaban los trastes de una rojiza guitarra.
Sobre hora y media más tarde, me acerqué de nuevo y deposité otra moneda en la funda. Oí, también de nuevo, un gracias, mas esta vez no callé; respondí rápida y rotundamente sin meditación alguna de por medio, con un no. Los ojos de Eduardo buscaron los míos tratando de encontrar una aclaración y entonces, le expliqué brevemente, casi a la vez que me lo explicaba a mí misma; gracias a ti".
En éstas estaba mi mente, cuando un guitarrista ayudado por su modesto amplificador, me sacó del ostracismo en el cual me sumía inconscientemente cada vez que vagaba por el mar de multitudes que normalmente se congregaba en calles como en la que me encontraba.
Busqué en mi bolsillo una moneda, me acerqué a la funda abierta para tal fin, y deposité aquel trozo de metal mientras oía un gracias.
Dos pinzas sujetando un cartel: Me llamo Eduardo . Regalo partituras propias Mi atención volvía a ser desviada. Me detuve a leer. Después hallé un banco cercano, saqué el libro que acababa de adquirir (adquisición culpable de mi presencia en aquél multitudinario y por lo tanto exasperante lugar) y me senté a leer acompañada. Haciendo pausas para observar la destreza con la que unas manos claramente expertas acariciaban los trastes de una rojiza guitarra.
Sobre hora y media más tarde, me acerqué de nuevo y deposité otra moneda en la funda. Oí, también de nuevo, un gracias, mas esta vez no callé; respondí rápida y rotundamente sin meditación alguna de por medio, con un no. Los ojos de Eduardo buscaron los míos tratando de encontrar una aclaración y entonces, le expliqué brevemente, casi a la vez que me lo explicaba a mí misma; gracias a ti".
4 comentarios
Naranja viajera -
Janfri Bogart -
Eduardo, majo, mira a ver si tocas otra con la guitarra esa molona para ver si con la música se inspira esta gente y sigue escribiendo.
La "pispa" de antes. -
(acabo de releerlo y he notado...)
Piruleta -
Hay que dar las gracias a todos aquellos que ocupan su tiempo y su habilidad en crear algo bello y además tienen la generosidad de compartirlo con quien sepa apreciarlo e incluso con quien no sepa. Porque, ¡hay que reconocerlo!, no es que la mayoría seamos capaces de apreciar el arte cuando lo vemos, pero algo hay que nos campanillea dentro al estar cerca.
Lo que sí es cierto es que sólo unos pocos están en posesión de esa maravillosa capacidad de CREAR BELLEZA. Por ello, también a mi me gusta agradecérselo.